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Un nuevo golpe de palabras
¡Segundos afuera!
En Último Round,
Julio Cortázar arriesga: jugar poesía es jugar a pleno, echar hasta el último
centavo sobre el tapete para arruinarse o hacer saltar la banca.
Una obra frente a uno, tanto como
para abrir el juego y provocar un caprichoso intercambio de vocales o, por seguir jugando y aprovechar otro
efecto posible, uno obra su lectura ante una obra. Juego y lenguaje, entonces
–provocación también-, parecen conformar
el espacio apropiado en el cual se desenvuelve la propuesta poética de
Pohlhammer. Acaso en esa distancia de lo real que proporcionan el juego y el
lenguaje, como representación, sea posible entender por qué este provocador profesional recurre finalmente
a la poesía como medio de expresión.
Erick Pohlhammer nació en la
ciudad de Santiago (Chile) en 1955. No es un dato menor si consideramos que
muchos de sus libros vieron la luz, valga la paradoja, durante la prolongada
dictadura (1973-1990) de Augusto Pinochet. A propósito el escritor Jorge
Montealegre, refiriéndose al grupo de poetas que estaban en plena actividad en
ese período, acuñó el mote de Generación
NN (abreviatura de la expresión latina Non Nomine); huelgan palabras.
Junto a Pohlhammer podemos
nombrar al mismo Montealegre, Teresa Calderón, Aristóteles España, Ernesto
Langer, Elvira Hernández, Raúl Zurita y Mauricio Redolés, entre otros. Vale
aclarar que la denominación NN refiere más a una coyuntura histórico-política
que a una voluntad colectiva de estilo. Sin dejar de reconocer que muchas de
las obras de estos poetas reflejan, con carácter testimonial, lo acontecido en
el vecino país.
Es este contexto represivo,
impuesto por el régimen militar pinochetista, el que dará marco a sus primeras
publicaciones: Epístolas iluminadas entre
parejas disueltas y Tiempos difíciles,
ambos de 1979; Es mi segundo set de
poemas, 1985 y Gracias por la atención dispensada, 1986. Además de la inclusión de
sus poemas en varias antologías durante la década del ochenta.
Si bien en Chile se lo considera un deudor de
la Antipoesía, no es menos cierto que
sus variados recursos le permiten transitar el poema corto, con alto grado de
resolución metafórica, tanto como
explayarse en un registro coloquial, casi narrativo, por lo cual resulta difícil encasillarlo en una corriente
estética determinada. En esa heterogeneidad estilística, siempre signada por el
elemento lúdico y la ironía, parece residir su estilo como una afirmación del
no estilo: otro cross Pohlhammer, que
profundiza la propuesta de Nicanor Parra, como para desalmidonar la literatura.
Me que la vaca mu es un
título apropiado para un libro de
poemas, que responde, en principio, a
uno de los presupuestos básicos del lenguaje poético: connotar. Está presente en función de lo dicho ahí
mismo, lo no dicho, lo amputado. Desde el vamos, entonces, aparece -como exigía
Proust- una lengua ajena a la lengua estándar; un desequilibrio, en este caso provocado por el
elemento faltante. Esa primera perturbación
del sentido, a partir de lo oculto -la letra misma-, nos impone el
rehacer nuestra propia experiencia de lectura ante la puerta de un texto que nos invita a entrar de una
manera poco ortodoxa: a través de sus agujeros.
Ingresamos así en la casa de un
niño, un niño terrible que esconde el juguete más preciado que poseemos: el
lenguaje. Pero a la vez, también, sin temor a enfrentar sus propias
contradicciones, lo exhibe de manera descarada. En esa dialéctica que se genera
entre mostrar y ocultar se empeña la
palabra, se tensa el lenguaje en la búsqueda del resquicio, la grieta, que haga
posible la utopía de la comunicación,
aun a sabiendas de la inutilidad del gesto:
Porque de mi podrán decir cualquier cosa / Menos decir que no digo lo que dije
que diría / Sabía que iba a pasar esto / no importa nadie tiene la culpa /
Nunca nos hemos entendido ni nos vamos a entender. El crudo y llano
reconocimiento aparece y desaparece para volver a emerger, pero acaso maquillado, atenuado por el efecto lúdico: La abeja se queja / La mosca lo mosca /
Huye el cuye / Se ebulle la cosa…/ Es que algo que no tiene nombre le ha
ocurrido al gallo. La cosa
finalmente se evapora. La palabra alcanza su temperatura de ebullición de tanto
rozar y fracasar en su tarea de representación del acontecimiento. Porque lo
que ocurre no tiene ni puede tener nombre; es siempre exterior al lenguaje, o
el lenguaje es su exterior. Ahora bien, qué hacer frente a esta verdad
inapelable. Muhammad Alí, estilista y filósofo del ring, probablemente haciendo
sombra con ese fantasma, aseguraba que
decir la verdad es el chiste más gracioso del mundo. A su manera objetivaba la
verdad y la llevaba a otro plano más tolerable, al plano del chiste, la broma.
Erick Pohlhammer, apelando a un recurso similar, se vale de otra distancia, la
que proporciona el juego, y en un tono de estribillo infantil, jugando con la
rima y la vecindad de los significantes, desdramatiza la angustia que nos
revela esa verdad: la incomunicación.
La ironía es otro de los recursos
estilísticos en los que se asienta la obra de Pohlhammer. Puede aparecer de
manera rotunda, como en Composición de
otoño, en la autoritaria voz de un padre de familia, de sesgo casi militar
-cuyo anagrama: limitar, define a la perfección el espíritu del poema-, o bien como llamados de atención, frases estratégicamente distribuidas en un contexto
de poema narrativo. Por caso: La Nada es
la cara oculta del Ser / No me pregunten porque oculta su cara / (me sopla que
no tiene mala onda con nadie) o en Virgen
de lo Vásquez , en el cual un extravagante devoto le confiesa a la virgen: Seré franco contigo / Para llegar hasta aquí / Hasta tu luminiscente
presencia azulina trasparente / Me vine en taxi… y luego: Me arrastré arrodillado por la quemante
carretera / Aunque sólo a lo largo de cincuenta metros… para rematar: Y con las rodilleras de arquero que uso para jugar a la pelota los domingos . En
ocasiones aparecerá concentrada en forma de haiku, no exenta de humor: En rama roma rima / gorrión y golondrina /
¿desnudémonos prima?
Estamos ante un poeta cuya virtud principal no
ha sido la de embanderarse abiertamente en la denuncia, y sin embargo
algunos de sus textos alcanzan para demostrar que no ha dejado de dar
testimonio sobre las circunstancias político-sociales por las que ha atravesado
su país. Así, en el ya citado Composición
de otoño, luego de enumerar una serie de preceptos formales, morales y
religiosos, finaliza en la imperativa
voz del personaje, diciendo: Y al entrar a casa haga una venia a los
fantasmas. La venia es un permiso concedido por una autoridad, pero también
es un característico y rígido saludo castrense. Considerando la época de
publicación del poema -2001-, bien se
puede interpretar como una solicitud de permiso a la persistencia de los
fantasmas, tras 17 años de dictadura
militar. En Los helicópteros, otro de
sus reconocidos poemas, la misma
persistencia tomará la forma de un sonido, un rumor: hasta que llegaron los
helicópteros con su zumbido / que se infiltró hasta siempre en / las
estructuras cerebrales de las generaciones posteriores a las nuestras .
Este poema pertenece a Tiempos Difíciles,
publicado en 1979, pero lo destacable, más allá del significativo dato temporal
que conlleva en sí el jugado
testimonio de aquel presente, es la advertencia,
casi una profecía, de las consecuencias de un presente eterno, cito: que no fue otra cosa que el continuo / ir –
venir- ir y venir - ir - venir / de los
helicópteros en torno a un mismo círculo / bajo el cual / nacieron vivieron y
murieron el resto de las generaciones… Destacando que el poema comienza y
finaliza con puntos suspensivos. En esa
suspensión temporal podemos entender que varias generaciones de chilenos,
víctimas de un inconsciente colectivo sitiado –valga la licencia-, tuvieran que
seguir haciendo la venia a esos fantasmas.
Irarrázaval es una importante avenida de Santiago, y también el título
de un inquietante poema. Inquietante, precisamente, por su misma construcción:
una caótica acumulación de frases sueltas del estilo El apio es el opio del vegetariano dogmático o El equilibrio es el suspenso entre la acción y la contemplación. Frases cuyo recorrido se agota en el punto que separa cada verso-oración,
como si cada uno de esos puntos representara
las calles transversales que interrumpen la avenida principal,
provocando de esta manera un cambio de rumbo en el sentido de la circulación.
Ahora bien, podemos pensar que este circuito aleatorio implicaría la búsqueda
de un sentido o, ya despojados de ingenuidad, que la caótica propuesta apunta a
la desarticulación del mismo.
Desarticulado el sentido nos enfrentamos a la desnudez de los
significantes, a la materialidad del lenguaje y, en todo caso, la confirmación
nos llega de la mano del autor: La
avenida Irarrázaval es el paraíso, afirma. Si la avenida Irarrázaval es el
paraíso, estamos en presencia de un paraíso material que, en franca oposición
al de la tradición judeo-cristiana, se asemeja más a la noción de caos: una
colección de frases sin perspectiva de progresión lógica, una sintaxis rota,
una gramática deforme. Un juego, finalmente, en el que cada uno podría armar
su discurso en un recorrido tan múltiple
como fluctuante. Un rompecabezas ideado por un niño irreverente, que nos convida a recrearnos en su propia
rebeldía.
Néstor Colón
LOS
HELICOPTEROS
…hasta que
llegaron los helicópteros y los helicópteros
se establecieron desde allí hasta siempre
girando y zumbando como tábanos
de acero los helicópteros
girando sobre nuestros cerebros, zumbando sobre nuestros cerebros
que desde allí en adelante
se limitaron a recordar la épocas previas a
los helicópteros
épocas llenas de esperanzas aquellas
épocas que si bien
hasta que llegaron los helicópteros con su zumbido
que se infiltró hasta siempre en
las estructuras cerebrales de las generaciones posteriores a las
nuestras
posteriores a las generaciones anteriores
que intentando llevar a cabo la esperanza
fueron sorprendidos por el ronquido de los
helicópteros
poniéndose término así
a una visión de la vida de la historia y de las cosas
distinta a la llegada de los helicópteros
imponiendo estos
lo que sería denominado por los historiadores venideros
como “el sistema de rodaje de los helicópteros
concéntricos”
que no fue otra cosa que el continuo
ir - venir – ir venir – ir – venir
de los helicópteros en torno a un mismo círculo
bajo el cual
nacieron vivieron y murieron el resto de las generaciones…
se establecieron desde allí hasta siempre
girando y zumbando como tábanos
de acero los helicópteros
girando sobre nuestros cerebros, zumbando sobre nuestros cerebros
que desde allí en adelante
se limitaron a recordar la épocas previas a
los helicópteros
épocas llenas de esperanzas aquellas
épocas que si bien
hasta que llegaron los helicópteros con su zumbido
que se infiltró hasta siempre en
las estructuras cerebrales de las generaciones posteriores a las
nuestras
posteriores a las generaciones anteriores
que intentando llevar a cabo la esperanza
fueron sorprendidos por el ronquido de los
helicópteros
poniéndose término así
a una visión de la vida de la historia y de las cosas
distinta a la llegada de los helicópteros
imponiendo estos
lo que sería denominado por los historiadores venideros
como “el sistema de rodaje de los helicópteros
concéntricos”
que no fue otra cosa que el continuo
ir - venir – ir venir – ir – venir
de los helicópteros en torno a un mismo círculo
bajo el cual
nacieron vivieron y murieron el resto de las generaciones…
VIRGEN DE LO VASQUEZ
Seré franco
contigo
Para llegar
hasta aquí
Hasta tu
luminiscente presencia azulina trasparente
Me vine en
taxi hasta Curacaví, cosa
Que no resta un ápice de mérito a mi fe devota
Yo te soy
fiel aquí
Y en la
Quebrada del Ají,
Con ropas de
sedo lino suave o en pelotas, lo mismo da,
Enseguida,
virgencita,
Me arrastré
arrodillado entero roto por dentro,
Me arrastré
de rodillas por esta tórrida carretera
Bajo un sol
que más que sol es genuino castigo,
Bajo un sol
asesino
Aunque sólo
por 50 metros, aprox,
Hasta Ti
Azulina
presencia trasparente luminiscente
Y usando las
rodilleras que usara mi padre que en paz
/descanse,
Cuando jugara
al arco por Ferrovarios dos temporadas solamente
Y uso hoy yo
los domingos en la competencia local
/ de equipos de barrio,
Con aquellas
rodilleras no me rompo las rodillas,
Rodilleras
que usara Arturo Rodenack
En los
tiempos de oro de Audax Italiano
Aparte que no
observo relación alguna
No advierto
vínculo de ninguna clase,
Entre hacerme
pebre las rodillas por el duro cemento quemante
Y que me
borres los pecados como por arte de magia,
Yo soy fe
borra mis pecados provengo de familia luterana
Adorada
Vírgen de lo Vásquez
Protectora de
los débiles y los desamparados,
La franqueza
ante todo sobre todo ante Ti,
Con todo respeto
por los que se rompen las rodillas
Por esta
carretera horrenda, sartén hirviente en verano,
Parecemos
huevos fritos tus devotos reptando por ella, carretera
Que sin Ti no
obstante no iría a ninguna otra parte que al infierno.
La selección y el prólogo quedaron a cargo de Néstor Colón, director editorial de la cactus collection.
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